Inclusión social es el nombre del juego. El enfoque tradicional para combatir la pobreza que tomaba como foco la punta de la pirámide, ya sea para fortalecerla (capitalismo), ya sea para debilitarla (comunismo), no dio ni dará resultados.
Hay que repensar nuestro país; hemos aprendido mucho de nosotros en estos últimos años, sabemos más sobre nuestras expectativas y posibilidades en la perspectiva de mayor inclusión. La solidaridad social, ya es parte de nuestra nueva idiosincrasia; y no tengo dudas de que se reflejará en el diseño y ejecución del camino que nos trazaremos.
Desde la época de la conquista hasta la fecha hemos pasado por etapas evolutivas, a veces avanzando y otras retrocediendo, pero con saldo neto positivo hacia adelante.
Las nuevas tendencias mundiales hablan de destruir creativamente los paradigmas existentes para poder adentrarse en la comprensión de lo que significa un orden económico que incluya a los excluidos, no como pobres sino como participantes en la generación de valor y riqueza.
No es necesario compartir la pobreza; hay que crear riqueza entre todos y disfrutarla.
No creo que para emprender este nuevo camino de reinvención inclusiva haga falta un “ismo” determinado, pues el objetivo es compartido por el 100% de la gente. No obstante no hay que perder de vista la regla de los tres tercios de los “ismos”: un tercio lo apoyará, un tercio lo rechazará y al tercero le resultará indiferente; entonces toda la energía se gastará en conservar el tercio propio y en convencer al tercio indiferente, lo cual podría comprometer el éxito de una estrategia de reinvención y de repensamiento que es compartida por todos: prosperidad para que hasta el menos afortunado de los habitantes de nuestra tierra tenga asegurada la comida, el techo, la educación y la salud.
Es el momento de eliminar las etiquetas y comenzar a trabajar conjuntamente toda la sociedad. Focalizarnos en incluirlos asignándoles un rol en la cadena de valor versus una responsabilidad social -del estado o privada- que los puede dejar nuevamente pobres luego de gastar ese dinero.
El tema social llegó para quedarse; no es una moda o un eslogan; y tiene todo el sentido a partir de la toma de conciencia progresiva e irreversible sobre el peso que tienen 21 millones de pobres sobre una población de 27 millones (Pulso Nacional de Datos).
Una tarea de tamaña magnitud no puede quedar en manos solo de los gobiernos pues, salvo excepciones, no disponen de los recursos humanos, económicos y tecnológicos suficientes para lograr resultados.
Son el capital privado y el capital cooperativo trabajando juntos, cada quien en su espacio y con sus reglas, pero ambos apuntando al bien común y teniendo como objetivo al hombre.
En el punto de encuentro deben haberse disuelto y mezclado el comunismo y el neoliberalismo pues allí nunca hay soluciones sustentables. Sin que desaparezcan los extremos, pues nos aseguran el balance del pensamiento y la posibilidad de aportar.
Debemos desarrollar un socialismo de mercado -por contraposición al socialismo de Estado- que permita a todos los actores tener un rol retributivo y gratificante, que recupere la autoestima y nos haga parte de la solución.
Si queremos que el 2011 sea mejor que el 2010, tenemos que trabajar para lograrlo…no va a ser un regalo, sino el resultado de nuestro esfuerzo: manos a la obra!!
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