Dentro de una empresa alguien tiene que tener la responsabilidad formal de pensar en el futuro; si todos nos quedamos en el presente, posiblemente hagamos las cosas bien, pero sin un sentido de dirección que nos asegure que siga siendo así.
Hay que darse la oportunidad de expandir posibilidades a través del pensamiento creativo no orientado a procesos y perderle el miedo a pensar en voz alta, hasta en lo impensable. Y de eso se trata la planificación estratégica, de mirar hacia delante y proponerle al resto de la empresa cual es el mejor camino a seguir.
Especialmente en una época de cambios como la que vivimos, es necesario contar con procesos que se conviertan en el mapa de ruta para entender los cambios e internalizarlos.
La estrategia debe permitir identificar valor en cosas que nadie hace o de agregar valor a cosas que todos hacen.
El planificador de hoy tiene que estar cerca de los objetivos y de las realidades del negocio manejando un lenguaje y unas técnicas pragmáticas; la visión debe ser más de helicóptero que satelital.
El enfoque debe ser menos abstracto, y más participativo desde el punto de vista de integrar equipos multidisciplinarios, y reconocer que toda la empresa debe crear el plan y toda la empresa debe ejecutarlo. Incluye además, la incorporación de factores externos influyentes (stakeholders), tales como clientes, proveedores, aliados estratégicos y complementos en las líneas de integración vertical y horizontal.
Este modo de planificar incluye contar con la capacidad de gerenciar los aspectos situacionales, manejando simultáneamente procesos de ingeniería hacia delante y hacia atrás, y la capacidad de pensar estratégicamente para transformar la empresa y tomar ventaja positiva de los cambios, a medida que se producen.
El rol de los consultores es importante como una figura cooperadora en el estímulo del pensamiento y el ofrecimiento de ángulos que desde adentro no se ven y que sólo la experiencia externa puede mostrar. Es un rol motivador y buscador de consensos y sinergia, que aprovechen los grises y eviten las superposiciones. Es como un guía a través de una zona en la cual no hay camino y hay que hacerlo.
En mi trabajo en nos hemos acostumbrado a no teorizar demasiado -aunque siempre es necesario hacerlo un poco- y que nuestro cliente pueda liberar todas sus fuerzas creadoras, rompiendo las amarras producidas por los hábitos, los cuales son a los negocios, como la inercia es a la física: difíciles de vencer.
Además somos conscientes de que todo ejercicio estratégico tiene impacto sobre la gente, por lo cual privilegiamos los conceptos de gerencia del cambio. Por otra parte tratamos de insuflarle aire fresco a los proyectos a través del benchmarking y de nuestra experiencia.
Como una característica de nuestro enfoque está lo que llamamos el norte estratégico, el cual es un conjunto versátil de elementos que marca rumbo, y que se compone o sustituye a los tradicionales visión, misión, lineamientos y factores críticos de éxito. El norte estratégico es la guía que permite poner en contexto desde el perfil de la gente que se debe contratar, hasta el tipo de productos/servicios y mercados, pasando por las inversiones en tecnología de información y telecomunicaciones, entre otros. Es el sentido de dirección y orientación al logro por excelencia
El planificador debe moverse en el momento t+1 y a una cierta distancia del piso, pues si se mueve en el momento t, y si asienta los pies en la tierra, se lo come el día a día y pierde su utilidad. Hoy más que nunca hace falta un adelantado que nos anticipe los escenarios posibles y nos proponga vías de acción alternativas.
(*) Economista. Socio Ejecutivo de la Firma de Consultores Gerenciales
Nueva Tecnología de Negocios – NTN
btripier@ntn-consultores.com
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