El tema de esta semana fue la sensación de que los procesos se aceleraban, que las amenazas americanas iban a ser cumplidas, y en general, se percibía a Barbados como el lugar donde los EEUU, le daban, sin intermediarios, el mensaje al chavismo de que Maduro debía salir (en condiciones favorables) y que había que llamar a elecciones presidenciales en un periodo razonable de tiempo. Y que esto era así, porque la alternativa era una acción militar, pues ya contaban con el TIAR, con la bendición del Grupo de Lima y con la abstención de la UE; y como estuvieron las maniobras militares (que se anunciaron para defenderse de la invasión) y la incursión del avión espía, más las nuevas amenazas y sanciones, la percepción volvió a ser de inminencia.
Esa sensación debería ser puesta en perspectiva y alimentada con un toque de realismo de que, si bien la situación de la oposición con respecto al chavismo, es infinitamente más fuerte que en diciembre pasado, esta se manifiesta principalmente en el ámbito externo, y mucho menos en el interno. Externamente, el liderazgo y la vocería son de EEUU, al frente de un movimiento de países relevantes para Venezuela, los cuales, luego del informe Bachelet, eliminaron sus dudas y se alinearon. Porque en el ámbito interno, la estructura de poder no ha cambiado y sigue en manos del chavismo, con el control de todos los hilos de la institucionalidad, civil y militar, y con una sólida estructura partidista, alineada detrás del liderazgo de Nicolás Maduro y de Diosdado Cabello. El resto del país, pudiera ser dividido en menos del 30% apoyando al chavismo, y en más del 70% oponiéndosele, con sentido de unidad y viendo en la persona de Guaidó la ÚNICA esperanza de que las cosas cambien para mejor. Ese 70% podría tener peso real, o bien en el caso de una elección presidencial, en la cual arrasaría, o bien en el caso de que realmente salieran a las calles, ya sin retorno, y presionaran para el derrumbe del chavismo. Y con un movimiento de esas características, además de la dramática situación que se vive todos los días, y que el chavismo no ofrece esperanzas de solución, ese 30%, o bien se plegaría, o al menos, no lo rechazaría.
Todo indica que el chavismo no aceptará ni la salida de Maduro, ni el adelanto de elecciones presidenciales, lo cual nos coloca en un escenario inercial (más de lo mismo todo el tiempo) que solo podría ser interrumpido, o bien por la mencionada acción militar externa, o bien por esa gran masa de gente opositora saliendo sin retorno a las calles; ambas opciones –que por cierto no son, ni absolutas, ni mutuamente excluyentes, y podrían ocurrir concurrentes o secuenciales- tienen contenido de violencia destructiva, que llevarían a afectar profundamente el poder chavista. Habrá que esperar a los resultados de Barbados, cuando se decida que ya es tiempo suficiente, para ver que sale de allí, y confirmar si lo de EEUU es cierto, o si se trata solo de una amenaza más.
Pero lo que a la gente realmente le interesa es tener algunas coordenadas de tiempo, y saber qué cosas llamativas podrían pasar. Vamos a resumirlo en que todo seguirá igual en una inercia compleja unidireccional, solo con algunas variaciones circunstanciales y transitorias, que no serán capaces de alterar la trayectoria. Y eso seguirá así hasta que algún evento disruptivo le ponga un freno, y le cambie la dirección; lo cual parece difícil que ocurra a menos que la oposición comience a ganarle al chavismo los espacios internos que ahora monopoliza, porque los externos, ya los tiene casi todos. Por cierto que dentro de esos externos, se desenvuelve una parte importante del doble gobierno, del que ya está constituido (embajadas, FGR, TSJ, BCV, PDVSA, CITGO, Procuraduría, inteligencia) y del que estaría en vías de construcción, el cual seguramente incluirá una fuerza armada paralela. Resulta difícil precisar cuál sería el mencionado evento disruptivo, principalmente porque hay varias opciones, todas las cuales podrían funcionar como tales, excepto que al poder anticiparlas, ya pierden la capacidad de disrupción. Claro que la inercia en si misma también va en rumbo de deterioro, porque todos los días el país se vuelve menos gobernable, o, dicho de otra manera, mantener la gobernabilidad, cada día le cuesta más en términos de seguidores y en términos de capacidad de proveer soluciones.
Como en paralelo las relaciones con los vecinos se van complicando por lo del terrorismo, el lavado y las drogas, también es posible que una de las “variaciones circunstanciales” sean los eventos fronterizos que llevarán a ocupar parte de la fuerza militar. El panorama no es complejo, pero si es multidimensional, y de cualquiera de ellas podría surgir la disrupción. La situación es mala y tendiendo a empeorar, y aunque no es sostenible, aun puede durar un tiempo prolongado.
Social
La sociedad venezolana requiere en forma adictiva la presencia de un líder, y cuando el que había se desgasta, buscan reemplazarlo. Estamos presenciando el nacimiento de un nuevo líder joven que está produciendo cambios en las bases que lo siguen, las cuales, a su vez, lo van retroalimentando dándole en forma acelerada una madurez, que es cada vez más evidente, a medida que se van conectando y reconociendo mutuamente. Juan Guaidó llegó para quedarse, y es la única persona en Venezuela capaz de ofrecer esperanza con un cierto perfil de credibilidad. Ya no la credibilidad mágica del primer trimestre del año, sino ahora, más madura y asentada (optimismo informado), sabiendo que tomará tiempo y habrá que hacer sacrificios. Si no aparece pronto un “guaidó” en el chavismo, el Guaidó verdadero, arrastrará, como un imán, también a las bases chavistas, lo cual no sería bueno para la sociedad, porque correríamos el riesgo de estar creando un nuevo mesianismo, pero de sentido contrario, que nos lleve nuevamente al lugar del cual, hoy todos queremos salir.
Se está produciendo un efecto migratorio de clases medias (altas, medias y bajas) desde el interior hacia la capital, que se ha convertido en el refugio del que no tiene comida, agua, electricidad y combustible, porque en Caracas todavía hay un poco de todo. Cuando se habla de que en estas vacaciones se reanudará el flujo emigratorio, habría que esperar a ver el resultado, porque a nivel de empresas aun no se nota, pero posiblemente porque el que se vaya a ir, ya no tiene trabajo. De todos modos lo veremos en la matrícula escolar que arranca en agosto.
Política
No hay que confundir el juego de poder con el juego electoral, porque no son lo mismo ni tienen el mismo efecto. La oposición está concentrada en lo electoral, mientras que el chavismo lo hace en el poder. La experiencia nos enseña que el cambio de poder se logra por la vía electoral solo cuando el ambiente es democrático, las reglas son claras y aceptadas por todos, y las fuerzas son muy parecidas. Que no es nuestro caso; concentrar la disputa solo en lo electoral nos ha tenido todos estos años en lo que hemos llamado el “juego trancado”. Pareciera que, para la oposición, ha llegado el momento de empezar a jugar el juego del poder.
El año próximo nos estaremos enfrentando a las elecciones parlamentarias regulares de renovación de la AN, en un ambiente de instituciones regionales y locales en manos del chavismo. Los partidos de oposición, en vez de mal invertir su tiempo disputándole a Guaidó un poder que nunca le podrán arrebatar, deberían dedicarse a volver a sus fuentes, a sus bases partidistas, y preguntarles qué es lo que quieren, y cómo hay que hacer para cumplírselos, si es que eso es posible. El cambio generacional que se está dando en todos los ámbitos de la sociedad, desde los baby boomers hacia la generación X, no es solo por un tema etario, sino por una capacidad diferenciada de hacer las cosas, y entre ellas, de hacer política. Vamos a encontrarnos con políticos jóvenes en edad pero que no entendieron el cambio, y con otros que pese a su edad han evolucionado y entendido la diferencia: no hay que ir a las bases a ofrecerles, sino a preguntarles…y proceder en consecuencia.
Casi siempre los oficialismos tienen más chances de permanecer en el poder, que los opositores aspirantes a ese poder; y si la dirigencia de oposición no hace algo, desde ya, para asegurarse al menos una presencia sostenida e inteligente en las mesas de votación, esa mayoría que funcionaría casi sin trabajo en una elección presidencial, podría no servir de nada en una regional como es la de la AN, y hasta podría perderla. De hecho, si la elección parlamentaria fuera hoy, la oposición la perdería.
Económico
Levantar el control de cambio significa que una empresa o persona, puedan efectuar cualquier transacción en el mercado formal, con la misma naturalidad como hoy se hace en el mercado paralelo. Con una economía tan pequeña y simple como la que hemos llegado a tener, no tiene sentido que coexistan el mercado de las mesas, el de los euros y el paralelo. Y menos que lo hagan en un entorno de decisiones económicas contradictorias, donde coexisten un encaje astringente extremadamente alto, con pagos masivos a proveedores del estado y PDVSA, mas el inminente aumento de los sueldos por decreto, todas medidas expansivas. Cuando se compara la posibilidad de intervenir, versus la de dejar fluir, el gobierno ha comprobado que dejar fluir le da mejores resultados; pero esto es así, solo si cuando interviene lo hace en forma articulada y con visión de conjunto, que es una de las tantas cosas que habría que corregir en el campo económico. La economía no puede manejarse por compartimentos estancos, porque la vida económica no es así, sino todo lo contrario.
La brecha entre los Bs. 8.824,41 del dólar oficial y los Bs. 11.650,00 del paralelo, no será fácil de cerrar, por el tipo de reglas que se han establecido en la formación del precio del oficial, promedio del día, que por definición va a mantener un atraso importante. Cuando sugiero lo de levantar el control de cambio, en realidad estoy sugiriendo que al precio del dólar se lo deje flotar libremente hasta que se convierta en el paralelo, o que este último se convierta en el oficial. Seguir con reglas distorsivas los va a seguir poniendo a tratar de solucionar problemas creados por ellos mismos.
Insisto en la necesidad de una autoridad económica única supra ministerial, sin nombre de VP o de ministro, pero que monitoree con autonomía, los flujos reales y financieros de la economía, desde el patio de salida de la empresa extranjera que está vendiendo (a un privado!), hasta el anaquel de un supermercado, con la cobranza y el reflujo al sistema cambiario para la reposición. Es un concepto que vengo impulsando desde hace años que es el ERR (Equipo de Respuesta Rápida) que permita acelerar los flujos y minimizar las alcabalas y controles innecesarios; algo de eso está pasando hoy, pero no con características de formalidad, sino como una permisividad graciosa que no le da ni confianza, ni tranquilidad a ninguno de los actores involucrados, ni a los públicos ni a los privados. Hay que tomar ventaja de las oportunidades que están abriendo las sanciones, al optimizar la participación del estado en la economía. En fin, se que en revolución eso no será posible, a menos que sea visto como un movimiento táctico; pero algo es algo, y peor es nada.
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