Benjamin Tripier (*)
Una de las formas de establecer la visión de una empresa es cerrar los ojos y verla como uno quisiera que fuera, luego necesariamente hay que abrirlos y enfrentar una realidad. Bajo esta, la visión es el driver del cambio, el norte hacia el cual dirigirse.
Teniendo en cuenta que el tránsito hacia el futuro, hacia ese norte, lo tendrá que hacer la organización en su conjunto, y no sólo los ideólogos del cambio, resulta evidente que debe tomarse alguna acción específica y especializada para que la gente (interna/externa/involucrados) se entere, y así poder alinear conceptos.
La es la manifestación estratégica de un estado que se quiere alcanzar; si se elige el camino correcto en el tiempo adecuado, es posible que ese estado se alcance con pocas variaciones con respecto a lo planificado. Transformar reconoce que el sujeto (procesos, tecnología y gente) se comportará de una manera diferente, mediante estímulos focalizados.
A través de la visión se ha identificado a dónde se quiere llegar y a través de la estrategia del negocio, se han establecido los límites del camino a seguir para alcanzarla. Si se va directo, o si se hacen paradas, o se zigzaguea o se va pegado a un borde, eso queda a criterio de la gerencia responsable del negocio; lo importante es respetar los bordes establecidos en la estrategia y el rumbo planteado en la visión.
Un emprendimiento como el de transformar una empresa u organización para alcanzar una nueva visión, debe ser tratado como un proyecto, con principio y fin, con recursos asignados y responsabilidades en el tiempo, todos claramente establecidos. Asimismo, debe hacérsele seguimiento y evaluar periódicamente sus resultados, y realizar ajustes si es necesario.
Mover toda la organización hacia algo nuevo, involucra revisar y mejorar todos los procesos internos, hasta el nivel de procedimientos; implica cuestionarse los sistemas de información y promover su renovación hacia algo que contemple la máxima integración posible, esa es la clave: compartir la visión. También debe hacerse cargo del perfil actual de recursos humanos, y planificar acciones tendientes a dotarlo con las habilidades y conocimientos acorde con la nueva visión.
En definitiva, es un proyecto integral que requiere especialización en su manejo y liderazgo profesional, en su conducción. Pero mucho más que eso, requiere un análisis de riesgo para identificar con claridad el impacto que cada paso del plan tiene sobre el negocio en marcha, porque tampoco olvidemos que mientras esto ocurre, la empresa debe seguir operando, y evaluando el costo de oportunidad de sus pasos.
Es aconsejable que la gente participe activamente desde el principio, vía talleres de mejoramiento e implantación. Hay que manejar cuidadosamente las expectativas de los públicos, sobretodo cuándo se producirá el desenganche de lo anterior y se comenzará con lo nuevo; este tema conjuntamente con el compromiso de la gente, son tal vez los más críticos de todo el proceso.
Como se desprende de los párrafos anteriores, siempre se habla de una situación actual, la cual es sometida a revisión, y en función de lo que se espera de la nueva visión, es sometida a cambios de procesos, de tecnología y de gente. No se habla de borrón y cuenta nueva. No se habla de reemplazar ni de desechar, sino de transformar.
La manera de alcanzar la visión es tan importante como la definición de la visión en sí misma. Las técnicas de reingeniería y mejora de procesos son útiles a la hora de establecer un plan de proyecto de transformación. Porque en la Venezuela de hoy cualquier cambio debe ser del tamaño de una transformación, tomando conciencia de las nuevas realidades, locales, regionales y globales.
(*) Economista. Socio Ejecutivo de la Firma de Consultores Gerenciales:
Nueva Tecnología de Negocios (NTN) /
E-mail: btripier@ntn-consultores.com
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