En nuestra Venezuela de hoy, todavía los aires de crisis mundial se respiran sólo en nuestros televisores. El bajo impacto a corto plazo se debe al escudo de protección que nos da tener una economía simple, con perfiles de contacto con el mundo exterior poco sofisticados, es decir, exportamos básicamente petróleo, importamos productos terminados o casi, tenemos un mercado financiero limitado y además, las empresas más grandes están en manos del Estado.
A mediano plazo podremos sentirla en la escasez de algunos productos y servicios, porque los proveedores hayan sido afectados por la crisis financiera. Y el largo plazo será bueno o malo dependiendo de las decisiones que tome o no tome, cada empresa ahora.
Las condiciones de esta crisis deben evaluarse en un ámbito diferente a los vaivenes del mercado, el cual nos dará mayores o menores ingresos para hacer frente a nuestras necesidades y mantener el ritmo de la economía.
Debemos evitar que la tranquilidad actual nos haga bajar la guardia en cuanto al análisis de las posibles aristas que se puedan presentar en la economía, en nuestro país, existen vasos comunicantes entre lo financiero y lo petrolero. No hay que olvidar que la característica más resaltante de la buena gerencia es la capacidad de anticipar eventos que afectan, directa e indirectamente, desde adentro y desde afuera.
Para tomar las decisiones que hagan falta es necesario entrar en una etapa de revisión del modelo de negocio de cada empresa, pública o privada. Identificar las variables críticas de mercado, de servicio, de infraestructura y de financiamiento. Contar con una buena planificación reforzando lo táctico, redimensionar el esquema de procuras, confirmar el alcance del negocio, revisar los canales de distribución y entrega, y apoyarse fuertemente en una estrategia de control que optimice el uso de recursos y minimice los desperdicios y burocracias.
Las decisiones que deben tomarse están relacionadas con el tamaño del negocio y su manera de organizarse, con las previsiones de capital de trabajo, con las inversiones, y si estas se orientan a reforzar la planta existente o a impulsar proyectos nuevos que permitan capitalizar la estabilidad actual y convertirla en un apoyo para aquellas áreas de nuestra región sobre las cuales haya tenido consecuencias la crisis financiera mundial.
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