En el paquete de amenazas por parte de EEUU, van cumpliendo con el escalamiento de las sanciones, y gracias a Dios, no con las de invadirnos, porque sería devastador para una sociedad que, a lo largo de los últimos años, ha ido perdiendo hasta aquellas cosas que daba por garantizadas. Una invasión militar nos acercaría a la tan temida “somalización”, aunque ya parece internalizada por el chavismo que habla de “guerra absoluta” y de misiles portátiles para tumbar “blackhawks”. Hay que parar esta locura!!
En la “pulseada” de Ideología versus pragmatismo, la primera damnificada es la economía, la cual, curiosamente, sería la que más fácilmente podría solucionarse con medidas pragmáticas, por tratarse de una economía muy pequeña, primaria y elemental, la cual además se ha simplificado y precarizado, haciendo que realmente la ideología le adicione un costo tan alto, que no logra verse a cambio de qué se estaría pagando. Habría que despolitizar y desideologizar –que a estos efectos parecen ser lo mismo- los temas económicos, y armar mesas paralelas de negociación focalizadas en la flexibilización del rol del estado, tanto en la economía transaccional de última milla (como esta tímidamente ocurriendo ahora), como en la profunda de los servicios públicos y las llamadas empresas del estado, incluyendo el negocio petrolero.
Hay que estar claro que el chavismo está jugando con fuego con un enemigo gigante, en una relación agresiva que arrancó con el tema del “olor a azufre” y con el desaire a Bush de Mar del Plata por el ALCA, y que se ha mantenido con los diferentes gobiernos de EEUU, el cual ha ido haciéndose más poderoso, mientras nosotros nos estamos debilitando hasta el raquitismo. Es una pelea desigual, en la que no tiene sentido perder todo lo que estamos perdiendo versus lo que se dice que estamos ganando, mientras el país se cae a pedazos.
Estos comentarios son relevantes para poner en perspectiva que ya el tema no es soberanía, democracia y DDHH, sino que ellos reconocen que tienen, en la revolución, un enemigo en la región, que, para colmo, se asocia con sus enemigos, Irán, Rusia y China, y que no van a detenerse hasta que logren los cambios que están persiguiendo. Las sanciones son como un ataque no militar, pero preparadas para que haya “daños colaterales”, y no las ponen para negociarlas por elecciones, sino para que la revolución abandone el poder. Pensar que solo se concentran en Maduro es no entender el verdadero alcance de sus objetivos, que es reducir a la revolución a una fuerza acorde con su popularidad, que a esta fecha no llega al 30%.
Las elecciones en Argentina son relevantes para Venezuela, pues en caso de ganarlas el kirchnerismo, no solo significaría un retroceso estratégico para su país y para la región, sino que podría restablecer el eje Buenos Aires-Caracas, con el apoyo irrestricto de envíos de alimentos y medicinas, y de apoyo en el campo eléctrico y en el petrolero. También significaría no estar solos en la enemistad con EEUU, pues se agregaría a Argentina como un “enemigo más”. No olvidar los estrechos lazos del kirchnerismo con el gobierno de Irán, originados en la relación con Venezuela. A partir del 11 de Agosto y hasta el 27 de octubre de 2019, habrá que seguir de cerca los acontecimientos, y prepararse, argentinos y venezolanos para realmente arrancar una nueva etapa dependiendo de los resultados. Como puede verse, aun hay más piezas en el tablero que, si bien sabemos que están allí, aun no se han jugado.
Social
Venezuela ya cambió sin posibilidades de retroceso, y con ella nuestra sociedad. Para apreciar esta situación, hay quienes usan una lógica mixta mezclando pasado con presente y tratando de proyectar el futuro como si fuera una continuidad del pasado. No piensan que las cosas realmente han cambiado, que cambiarán más y que el pasado no se repetirá.
Son capaces de aceptar que Venezuela ya cambió, pero no que el venezolano también cambió, y tienen una autodefinición del venezolano, “grabada en piedra”, basada en los liderazgos de los últimos 70 años, sin tomar en cuenta que hay una generación que está de salida -los babyboomers, junto con la de sus padres-, y que la nueva generación – X, y millennials– no piensa lo mismo, ni tiene los mismos valores. El nuevo venezolano, cuyo perfil se ve con más claridad en los emigrantes, es muy diferente, pues no espera todo del estado, y está dispuesto a trabajar por lo que se gana.
El empresario que vive del crédito del estado que después no paga, el rentismo petrolero y que nos quieren por nuestras riquezas, pertenecen al pasado, principalmente porque ya no es posible, pues el estado no tiene (y no tendrá en muchos, pero muchos años) capacidad financiera para prestar, ni ingresos petroleros para utilizar. Por ejemplo, la nómina del estado deberá pagarse solo con impuestos, y como la actividad económica tardará en recuperarse, el estado necesariamente tendrá que reducirse. El empresario tendrá que poner su plata y competir, porque si no lo hace el capital extranjero si lo hará, y lo hará desaparecer.
No hay que olvidar que EEUU es el actor más importante, y es quien está marcando las reglas del juego, pues es el croupier, da las cartas, tiene las fichas, hace girar la ruleta y además es el dueño del casino.
Otro cambio muy importante es el de la emigración de más del 10% de la población total concentrada en el rango etario entre 21 y 45 años, lo que nos deja en un estado de vulnerabilidad que, en el futuro, deberá ser compensado con inmigración selectiva, pues, en su mayoría, los venezolanos, no regresarán, pues terminarán radicándose, integrándose y formando familia en los países de destino, principalmente latinoamericanos, dando lugar a las familias multilatinas que reemplazarán a las mezclas con europeos del siglo XX.
Política
El chavismo se levantó de la mesa de Barbados tratando de complacer a sus bases radicales que aun no pueden comprender cómo Guaidó sigue libre y cómo ellos siguen sentados en una mesa cuando los americanos siguen escalando sanciones. La lógica que habían venido aplicando de dejar que la oposición se desgaste sola y que ellos con una sentada en la mesa frenaban todo, llamaban a una elección, y arrancaba una nueva etapa que duraría dos años más, esta vez no dio resultado. Lo hubiera dado si al liderazgo opositor lo hubiera asumido la “oposición sensata”; pero no fue así, lo agarró una oposición joven que logró conectarse con las bases, y que reconoció en Guaidó un líder que llegó para quedarse, porque tiene más aceptación y menos rechazo que cualquier otro dirigente político de cualquiera de los dos lados; que no está contaminado por un pasado dudoso (así traten de contaminarlo) y que logró que más de 50 países lo reconozcan como el David (frente a Goliath) que está luchando por su país sin distingos de ideologías. Porque hay que reconocer que hoy la polarización solo existe en algunas capas de la dirigencia política y que la gran masa popular está unida por sus problemas y por sus aspiraciones de cambio para mejorar.
Es de esperar que a medida que avancen las sanciones y que la situación interna empeore, la vulnerabilidad del chavismo deba ser compensada con mayor radicalización, cuya rama más dura retomará el timón y, excepto en lo económico, donde no hay músculo para logarlo, va a haber menos tolerancia y mucho más revolución en todo lo demás. Las opciones parlamentarias que tienen, están entre retornar a la AN y tratar de imponer una mayoría simple (por la cantidad de diputados opositores que no pueden asistir) o adelantar para este año unas parlamentarias.
En todo caso pareciera que Guaidó tendría que salir del país y allí se profundizaría la estrategia del doble gobierno, pero esta vez en el exterior. Políticamente, pareciera que todo el juego está a la vista y los eventos dependerán de cómo se apliquen las piezas, y en qué secuencia. Desde adentro es difícil que nos sorprendan, así que cualquier sorpresa, seguramente vendrá desde afuera.
Económico
Si bien las sanciones van dirigidas a personas e instituciones públicas, y a todos los que se relacionen con ellas, es muy difícil en un país que históricamente ha estado influido por un estado intervencionista, que las empresas puedan fácilmente tomar distancia del gobierno o estado, que en nuestra realidad, vienen a ser casi lo mismo.
Está claro que el overcompliance (o sobre cumplimiento) generalizado de las sanciones por parte de bancos y empresas internacionales, ha hecho que también el sector privado se vea afectado, al tratarse de un país sancionado y políticamente mal visto en el exterior. Pero cuando se trata de empresas privadas nacionales con buena trayectoria y buen prestigio, si logra comprobarse que sus ingresos no provienen de entidades sancionadas, entonces logrará mantener el circuito productivo, y se podrá tener acceso al comercio internacional.
Tal como se hizo con las mesas de cambio y con el discreto “retiro” de algunos entes de control, sobre el circuito económico, habría que continuar profundizando esa dirección hasta llegar a que el gobierno se aleje de la economía, y la deje fluir. Por ejemplo, si en vez de ser el estado el que provea los Claps, se permitiera un “Clap virtual” en el carnet de la patria cuyos componentes pudieran ser adquiridos en cualquier establecimiento privado, ya las empresas podrían importarlos (con su propio dinero), prepararlos y venderlos, sin que hubiera dinero público involucrado, pues la compra final la haría el beneficiario del subsidio, con dinero “propio” y automáticamente quedaría fuera de las sanciones: Dinero propio del empresario, y dinero propio del cliente final.
El estado tiene que entender que la tarea de importar, fabricar, ensamblar, y distribuir, está fuera de su ámbito de competencia, y que se presta para que las cosas se compliquen y no salgan bien…sin mencionar la corrupción involucrada. ¡Zapatero a tus zapatos!
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