A lo largo de estos últimos años se ha notado una referencia insistente a la historia, al pasado (cercano y lejano), a sus personajes y próceres, y a las cosas que dijeron o no dijeron, que hicieron o dejaron de hacer. Un ejercicio estéril que no permite que los muertos descansen en paz y que a los vivos no nos ayuda en los momentos difíciles que estamos viviendo.
En el pasado, tal vez encontremos explicaciones del por qué estamos como estamos, pero seguro que no encontraremos soluciones, pues nunca habíamos vivido situaciones como la presente. Estamos haciendo camino, madurando como sociedad y al mismo tiempo intentando construir un país, en un proceso que no nos permite repetirnos. Todo es nuevo, y el resultado final será como nosotros queramos que sea; la única forma de lograrlo será mirando hacia adelante. El pasado nos explica cada vez menos sobre la forma que tendrá el futuro: entonces, mejor hablemos del futuro que es la única fuente de oportunidades que tenemos.
Una técnica para dibujar el futuro es comenzar a fantasear sobre él. El ciclo fantasía-realidad-nueva fantasía, es continuo y casi siempre evolutivo; y es el motor que nos tiene a todos en movimiento; consciente o inconscientemente, aplicamos ese ciclo.
La fantasía es el camino para establecer un sentido de dirección compartido, el cual es válido en general para cualquier empresa o institución, y también para un país; más aun cuando está en proceso de cambios mayores. Tenemos que estar abiertos a todas las opciones evitando caer en la trampa de los dogmatismos, los cuales, en general, son buenos para una tercera parte de la gente, inocuos para otro tercio y malos para el resto.
El secreto del éxito para hacer realidad la fantasía colectiva de un pueblo/país, es sumar voluntades; requiere de más trabajo y esfuerzo, pero paga más y mejor. Dividir, por el contrario, puede parecer que da dividendos a corto plazo, pero a la larga, pasa su factura inexorable. En pocas palabras, los logros obtenidos con voluntades sumadas son más duraderos que aquellos obtenidos profundizando las divisiones.
La fantasía de un pueblo/país, no es otra cosa que la proyección de las esperanzas de todos sus individuos, a partir de un conjunto de expectativas propias e inducidas.
Y mucho más cuando a través de la televisión y los medios, nos damos cuenta de que en otros países, no muy diferentes al nuestro, lo que para nosotros es fantasía, para ellos es la realidad.
Desde hace mucho invertimos tiempo y esfuerzo en discutir y re discutir sobre los mismos temas sin que parezca haber una salida que interrumpa este circuito involutivo en el cual todos perdemos. Nos hemos convencido, equivocadamente, de que hablando y discutiendo se construye; nos está faltando la parte más importante que es la de hacer cosas; debe haber resultados concretos que se reflejen positivamente en la vida diaria.
Una frase que siempre me gustó: “Mejor que decir es hacer, y mejor que prometer es realizar”.
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