El juego está “trancado” en el campo político y en el juego del poder, mientras en lo social el deterioro es acelerado, y en lo económico se está llegando a una especie de caos predecible.
El poder real lo detenta el chavismo en minoría, aunque no suficientemente como para imponerse sobre la oposición, que sigue creciendo en número, aunque no en poder. Tenemos la tendencia a leer al chavismo como un solo bloque sólido, razón por la cual no nos adentramos en su morfología, y curiosamente allí pudieran estar las piezas que destranquen el juego. Basados en la información de que se dispone, se podría inferir que:
- Hay al menos tres tendencias, una de las cuales es la militar, la otra el núcleo de poder, y la tercera, son todos los demás, a su vez subdivididos según sus intereses y espacios que ocupan
- Todos, hasta ahora, han mostrado disciplina y subordinación, casi castrense, al núcleo de poder, el cual se ha convertido en el único vocero del chavismo
- El dialogo interno no existe, sino líneas que bajan para que el resto las cumpla
- Una cosa es pensar o sentir de una cierta forma, y otra muy diferente es manifestarlo, ni en privado, y mucho menos, en público: seria casi traición
- Eso hace que ni siquiera el núcleo, pueda saber el grado de lealtad real (versus la declarativa) que hay en sus propias filas
- Todo el discurso chavista está dirigido a su propia gente, que en definitiva es su base de sustentación
- La clase socioeconómica E, se ha vuelto tan grande y dependiente del estado que temen que cualquier transición los deje en el aire…por eso le temen al cambio; y la oposición sigue sin ser exitosa en su comunicación/relación con las bases. Creen que la sola realidad negativa será suficiente incentivo para cambiar (síndrome de Estocolmo sociológico)
- La “malvinización” de la situación, tradicionalmente ha sido el factor de cohesión del chavismo, teniendo a EEUU, Colombia y España como los “enemigos” usuales. Esto se vio reforzado cuando EEUU amenazó con invadir. Eso los cohesionó mas, y se pusieron a prepararse para la guerra
- Desde el tercero o cuarto anillo de poder institucional, en adelante, creen que la conducción política es desacertada, y que el deterioro del país es irreversible
- Una parte importante piensa que por mantenerse en el gobierno, están perdiendo la revolución
- Esos estarían abiertos a una nueva consulta electoral, y que si hubiera que entregar, pues, se entrega…y se espera a una siguiente oportunidad
- En el grupo anterior se encuentra el grueso de la FANB, que aun siendo chavistas están en cuenta de que el país se les escapó de las manos
- El núcleo que sostiene el poder, cada vez convence a menos gente de que el camino que llevan llegará a algún lugar bueno, aunque la estructura de organización sea capaz de lograr movilizaciones. Los empleados públicos, en esas marchas, están conscientes de que el gobierno ya no será capaz de resolver
- Ese grupo no está dispuesto a ceder espacios de poder, y llegará hasta las últimas consecuencias para no entregar el poder, y ni siquiera pensar en negociar
- Como no todo el chavismo comparte esa posición, aun puede ocurrir algún tipo de transformación interna para renovarse y refrescarse
- Lo cual, nunca significaría, ni pasarse a la oposición, ni reconocer a Guaidó. Si hay un cambio, será de ellos, para ellos
A partir de las referencias anteriores se puede llegar a algunas conclusiones a priori, que conducen q solamente después de un evento catastrófico, de lado y lado, podrán tener interés en negociar. O sea que primero la catástrofe, y luego la negociación. Mas el dead line de las elecciones americanas donde Trump debe mostrar resultados, por lo que la ruptura del estancamiento y el choque violento, podría venir desde afuera.
Social
El mundo de la política y el poder, así como la lucha diaria en ese campo, está poniendo en un plano inferior, y hasta invisibilizando, lo que debería ser el principal propósito de un dirigente político, ya sea que esté en el poder, o que aspire a estarlo, que es el gran malestar social que existe, que, cada día más, va generando la molestia de la falta de agua, o electricidad o el transporte, por nombrar solo alguna de las tantas cosas a las que se ve sometido un venezolano.
Cuando uno trata de describir la crisis social, no hay adjetivación en la lengua española que logre captar lo ruinoso y catastrófico de la situación. Es indescriptible la sensación de abandono, desolación, impotencia y aislamiento que produce en la gente un apagón, de los largos de tres días o más, o de los cortos de unas horas. No pareciera que la gente vaya a aguantar mucho mas sin algún tipo de reacción, que cuando se produzca, será en cadena, y una cosa llevará a la otra. Excepto por lo que está pasando en Maracaibo, en el resto del país, aun no hay manifestaciones violentas…pero puede haberlas. Principalmente porque la sociedad no encuentra respuesta de solución, ni en el gobierno, ni en la oposición. Ambos en su mundo de la política y el poder, están descuidando la parte real y diaria de la vida, tema que puede ser más o menos entendido por la clase media, pero no por las clases populares. Cuando la gente se canse, se cansará de todos, de los unos y de los otros. A veces pareciera que avanzamos, pero la realidad nos muestra, que lo que hacemos es retroceder: mañana será peor que hoy, y eso se repetirá mañana también…
Política
Las sanciones van produciendo un efecto lento y demoledor sobre la economía del país en general y sobre el gobierno en particular. El gobierno ha hecho clara su posición de no ceder ante las presiones, y los americanos su decisión de sancionar más, y más fuerte. Es como ir generando presión sobre un sistema, sin válvulas de descompresión, y que se refleja en una pésima calidad de vida, que va caldeando los ánimos, los de unos más lento que los de otros, hasta que se llegue a un punto en que o bien se negocia (descompresión), o bien explota, lo cual en nuestro caso se trataría de violencia…mucha violencia. Las condiciones están dadas para que así ocurra. Los actores con poder de fuego están identificados, así como los bandos a los que pertenecen.
Poco a poco el país se ha ido acostumbrando a la coexistencia de dos legalidades paralelas, una exigible por la fuerza pública que es a la que nos sometemos todos los días, y otra, más abstracta, que va sembrando bases para el futuro. La primera tiene impacto solo dentro del país y en el presente y futuro cercano, y la segunda lo tiene en el exterior y en nuestro futuro no tan cercano. Gran parte del país vive el conflicto de tener que aceptar la primera, cuando su inclinación es hacia la segunda. Y eso va generando frustración y desconfianza en los partidos políticos que se han ido desdibujando, porque quedaron atrapados entre las tres dimensiones, la de las legalidades mencionadas, la de los territorios (adentro y afuera), y la de la temporalidad, presente versus futuro. Todo lo cual se simplifica en una relación directa entre el líder y sus bases: Maduro/Cabello con los suyos, y Guaidó con la base opositora.
Al mismo tiempo que se administra el fenómeno real de la despolarización de las bases (que no tienen razón de pelear entre ellos por la cantidad de problemas que comparten), frente a una muy alta polarización de las dirigencias, que la necesitan para poder asumir y sustentar sus estrategias.
Económico
La inflación corriendo más rápido que el dólar, afecta los precios internos, mientras los ingresos personales se rezagan. El flujo de caja de los consumidores no llega a trasladarse a los productores, principalmente por un problema de eficiencia en el gasto. Por ejemplo, comprar una botella de 750ml se convierte, para ese consumidor, en la adquisición de un inventario que tendrá paralizado en el envase a medida que lo va consumiendo, y que en las circunstancias actuales no es capaz de financiar. Eso, que parece normal, no lo es en inflación con recesión, donde la optimización del inventario debe arrancar por el consumidor, y trasladarse aguas arriba hasta alcanzar el mejor equilibrio posible. En esos casos, lo aconsejable sería producir en envases con dosis más pequeñas, que estén al alcance de la cesta de productos que necesita el consumidor. Los anaqueles siguen sin rotar, pues las presentaciones son muy grandes, y no le permiten al consumidor optimizar su caja.
Por ejemplo, preparar el shampoo en dosis individuales que sirvan para una o dos aplicaciones, o separar el envase de 750 cc en tres de 250 cada uno, o preparar arepas, hamburguesas o cachitos más pequeños, permitirá al consumidor optimizar su cesta de consumo, y a las empresas rotar sus inventarios y convertirlos en flujo de caja. La sociedad como un todo debe adaptarse a la nueva situación del país, la cual debe durar aun un tiempo importante. Por supuesto está el tema de conseguir los nuevos envases y todo lo que significa un proceso de adaptación, que sugerimos hacerlo solo porque anticipamos que nuestra situación económica no cambiará en el corto plazo, sino que a veces más rápido, a veces más lento, se irá deteriorando mas.
Cuando hablamos de trazar una nueva hoja de ruta, nos referimos a revisar y adaptar el modelo de negocio, a un mercado con las características del nuestro.
Las empresas que prevalecen (ni cierran, ni quiebran, ni se van) deben asumir el compromiso de la innovación y la creatividad, y enfrentar con entusiasmo los desafíos que se presentan, los viejos que uno ya maneja, y los nuevos que aun tienen la capacidad de sorprendernos. En pocas palabras, el empresario activo en la Venezuela de hoy debe desplegar todo el abanico de técnicas gerenciales a su disposición: improvisar, no paga, y puede acabar con la empresa.
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