Benjamin Tripier (*)
Competitividad podría definirse como el conjunto de condiciones de comercio que generan rentabilidad en las empresas involucradas y que significan mejoras substanciales en los ingresos y en la calidad de vida de los trabajadores del área de influencia.
Lo cual deberá reflejarse en un crecimiento económico sostenido a largo plazo, tanto para las empresas u organizaciones involucradas, como para el área político/geográfica en la cual se desenvuelven. El mundo ya no admite que una organización sea competitiva solo en su territorio, de hecho la palabra competitividad ha ido adquiriendo el tamaño de sus implicaciones.
Si se armonizan los esfuerzos entre la comunidad, el sector privado y el gobierno, entonces dejará de ser un concepto abstracto para convertirse en una meta compartida, cuyo propósito principal será mejorar la calidad de vida de la gente en términos concretos: más dinero y mejores servicios.
Entonces caben las preguntas: ¿Puede una empresa ser competitiva en un país que no tiene condiciones competitivas? ¿Quiénes compiten entre sí, los países las empresas? ¿Cómo se desplazan las fuerzas que mueven la competitividad: desde el país como un todo hacia las empresas, o es al revés, y las empresas competitivas son las que conforman un país competitivo?
Posiblemente las respuestas estén en la clarificación de los roles de los tres actores fundamentales: El Gobierno como facilitador y habilitador de condiciones favorables para la competitividad, las empresas y organizaciones privadas como generadoras de actividades de alto valor agregado. Ambos apoyados por la gente, como actores esenciales para sostener una actitud competitiva.
El rol del gobierno es fundamental como generador/catalizador de las reglas de juego proveedor de la infraestructura de servicios.
Por otro lado, la competitividad de las empresas se refleja en los resultados de negocio, pero se genera desde la estrategia de negocios. Una empresa puede ser considerada competitiva si es el líder del mercado en cuanto a costos bajos, está focalizada en nichos de mercado de alto valor agregado, cuenta con ventajas sostenibles y logra capitalizarlas para ampliar su nicho de mercado y aumentar su rentabilidad en el largo plazo.
Las empresas deben estar preparadas para trabajar en forma cooperativa con el entorno en el cual operan. Deben agregar valor genuino, y concentrarse en sus conceptos estratégicos. De hecho, el éxito de una empresa global está en la integración con la comunidad local, dándole valor con su presencia y beneficiándose del aprendizaje.
Asimismo, es importante el rol de empresario, ejecutivo y empleado, cliente y ciudadano. Quien tiene el poder de hacer que la situación actual mejore, ese poder no se obtiene con la tecnología ni con los procesos.
Es la gente con actitud competitiva quien puede sacar a la superficie las fuerzas necesarias para procurar el nivel de bienestar social, educación y desarrollo que la satisfaga. En la empresa competitiva la gente debe tener habilidades necesarias para su trabajo, flexibilidad para vivir en un entorno cambiante y muy alta motivación para influir sobre su entorno.
Lo importante es entender que sólo los objetivos compartidos a largo plazo lograrán la transformación del país. Así seremos realmente competitivos.
(*) Economista. Socio Ejecutivo de la Firma de Consultores Gerenciales:
Nueva Tecnología de Negocios – NTN /
Email: btripier@ntn-consultores.com
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